Desconcertado de mi mismo,
acongojado por el sismo,
pateando lunas y pelotas de papel.
Acostumbrándome al olvido,
fui buscando algún testigo
y me encontré con los amigos del ayer.
Armar el cuadro con retazos,
despertar a los portazos
de un vestuario siempre a punto de llover.
Vuelvo a repetirte que la vida es cruel.
Pero siempre hay canchas nuevas por correr.
Una línea de cal, un disparo a la red,
un centro al área envenenándote la sien.
En el medio del poema me encontré con Belvedere.
Y en un dulce bondi verde siempre a punto de toser,
dimos vuelta aquel casete, y pusimos a sonar el lado B.
Vuelvo a repetirte que la vida es cruel.
Pero siempre hay canchas nuevas por correr.
Una línea de cal, un disparo a la red,
un centro al área envenenándote la sien.
Belvedere, Belvedere,
un percal azul y negro te viste cabeza y pies,
y en el cuore de la hinchada
te queda chica la B.
Belvedere, Belvedere,
cortejo de banderines,
centenarios camarines,
y éstas roncas ganas locas de volver.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario